martes, 22 de marzo de 2016

Lo que nadie te dice

Yo estaba allí cuando el médico dijo la palabra más temida,
en parte sabía a lo que iba, sabía lo que iba a escuchar,
pero en parte también esperaba con algo de esperanza que no fuera 
a ir la cosa por esos derroteros.
No, fue por otros derroteros peores, por el barranco, por el precipicio,
y una vez en el fondo el propio medico salto encima de nuestros restos.
Yo lo miraba a él, en shock, sin saber que decir, como cuando te dan un balonazo en 
la boca del estomago y te quedas sin aire, pues igual, a mi derecha el perjudicado,
sin entender la mitad de lo que el médico le estaba diciendo, sin entender
lo que se le venía encima, y preguntándose porque no antes.
Yo intentando guardar la calma, entenderlo todo, asimilarlo, 
preguntar, no dejar nada en el tintero. Tomé nota de todo y cogí las riendas.
Fue todo muy rápido, pruebas, más pruebas, preoperatorios y al final la operación,
otra vez salio el médico a lanzarnos por el precipicio y a saltar encima de nosotros
como si ya no estuviéramos bastante machacados, pero por si aún quedaba algo nos dió otro mazazo.
Nos repitió todo lo que podia pasar, no nos dió ni un respiro.
Y al final pasó todo lo que nos dijo que podía salir mal, fue pasando.
Pero lo que no nos dijo, ni nos dijo nadie es lo que duele.
Lo que duele ver a esa persona en la cama rodeada de cables, maquinas y bolsas,
lo que duele ver sus familiares destrozándose de dolor ante la incertidumbre, ante las esperas,
esperas infinitas en salas frías con un teléfono de fondo que no suena durante horas.
Duele, duele y mucho.
Lo peor de todo es que no puedo aliviar tu dolor, y eso me mata

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